I
OTEANDO LA PAZ
Textos visuales a tres voces
LAS CONTIENDAS
Viene
su estirpe del
entramado
de las
contiendas
de allende el tiempo,
del algodonal
donde
las
manos hilanderas forjaron el
cobijo cotidiano
para
el cuerpo de hombres y mujeres
que diseñaron
los caminos que salen
de lo remoto
a este intervalo esencial
hecho de infinitud.
El holocausto del
ser no
acalló la desobediencia ni el
ímpetu cuando el
fuego
consumió los edictos
que consagraron
el desarraigo
esos exilios del
sembrador
hacia
socavones
inadvertidos
o el retorno
del liberto
al silencio de las sumisiones.
Despertó
el comunero sobre
la sabana
de sus querencias
domeñando al
miedo
mientras entre
techumbres
humildes
trepidaban
pájaros mensajeros
y la lumbre familiar
abrigaba leyendas
y profecías
sobre la
vida…
…todos los sueños, el saberse artificio
bajo la
piel, minúsculo, mimético, ser
hecho
de polvo y de
ceniza, de la Palabra que zanja su
destino en las inmediaciones
del Hombre, sonido luz
presagio en desuso
que
se remonta a los
orígenes
donde se
remoza el regocijo, la percepción ufana de lo inerte, aquellos
malabares
acordes
que
sindican cuando los jueces
se deterioran
desde
la impavidez como
símbolos
solapados de
viejos códices
aviesos.
EL LLAMADO
Se libraron batallas:
el paso
sobre la
tierra
se tornó fugaz y tortuoso, en el
sigilo mujeres
y hombres,
hechos para el peligro,
arraigaron con
su desnudez en nidales de musgo
y de roca,
mientras los campanarios emplazaban desde
los límites de las aldeas
a la
multitud
ahíta
de asedios siniestros, prestos a sufrir
una
muerte
y mil
muertes
más al borde del
huracán
fundando comarcas donde acrecentaron frutos
para todos los graneros,
y afuera sobre
el azul de las montañas hacia el
mar
entre árboles añosos
pequeños arbustos, pajonales y
espigas
pájaros, mariposas
y felinos
roedores diurnos, insectos
diminutos compartían
la extensión
telúrica.
Así fue entonces,
el solaz
de todo lo viviente
sobre la
Tierra,
la paz
un prodigio en el
amplio albedrío
inventado
para
el Hombre,
el oxígeno
una extensión del
Diseñador
sobre los seres y las cosas,
un enigma
develado
en las tertulias
de hoguera
que compartían
pescadores,
mineros y segadores.
Avizorando así, gatos salvajes, girando
entre los muros
de un recinto, incitado
a esfumarse
por
el ojo de la
cerradura
mientras afuera libres
los niños corrían
corceles sobre el
pasto
salvaban
gaviotas de la
oscuridad de
la recámara,
se embadurnan del
resplandor
desde los límites de sus
venas
hasta ese hálito
que fuga
sin rumbo,
en tanto
asumían la utopía de aguardar una
señal
venida del misterio
o figuraban ser ángeles que
perdieron su
espada
jugando naipes en su
descarriada adolescencia
simulándose amantes
pérfidos insaciables
libres en el laberinto del
arrabal
inextricable en la
noche:
-estas cosas
suceden
tan
de prisa-
los relojes se tornan inscripción que
oculta
el vacío
que se deja,
el peligro,
las alucinaciones que con
todo
amor puso
la madre
en la alforja
a la hora de concluir su
misión;
el destierro hasta
este monólogo del
aprendiz de autista
que concluye la
sinfonía
cautivo en esa divagación
de acordes
que trepidan
en el piano
guarecido
en el desván,
en los cristales enmohecidos,
en la huella
digital que
marcó esta impronta
esta fuerza que
detiene al naufrago
en medio del oleaje,
lejos de la
piel
deseada, aprendiendo sortilegios
en las profundidades
del océano
para colmar
los anhelos de la amante,
inventando
islas
cada vez
más en el cuenco de la
mano,
libérrimo
develando la utopía
de la paz
cautivando en este
territorio…
…así es el
rehacer cotidiano de
cada
quién
en su potestad de
Ser
el navegar
hacia
la orilla
serena
donde se aplaca
toda zozobra,
el asirse
a la levitud de
nuevos
códigos
o la certeza de
la palabra como
un don
del que abre
la puerta de
su casa
al amigo que trae
recados
desde
tierras
extrañas,,,
LA PALABRA DESCARRIADA
(textos
visuales a tres voces)
/Es una aventura
sobre el
lecho
/… una transgresión
que se ensaya más
allá de la comisura
de toda pretensión
un infinitarse desde el
borde
del navío
hacia lo profundo
concibiendo palabras abandonadas
a la deriva por la
desidia humana
reflejándose en
cada
figuración
que seduce
en medio del sueño
desde ese largo
silencio
que anima desde
el límite de la piel
fiel a las
formas
que el
ojo
multiplica,
al roce sobre
las hojas
que acaudala
el oído,
a ese hálito compartido que
impele
el aire desbordado
sobre la
piel/
hacia el trajinar sin límite/.
//Así los
ángeles mortales invaden
la estancia, se solazan, cuando el hombre se empeña por el pan cotidiano.
El campesino ofrenda
una hogaza tibia al
extranjero a cambio
de la ilusión
de verse sobre un navío
desbocado, la
doncella
entreabre
el dintel de su fortaleza cuando presiente la infancia alejarse como un pájaro
que emprende.
Así el ser humano enrumba sus pasos hacia
el muro, se
regocija,
cuando
los cantos de
sirena
anuncian la
aventura
del
vivir.
EL POETA
Solo los ojos de Nazim, miran
más allá de los barrotes,
sobre el
naufragio,
miran sobre las calles
los pequeños
cuerpos de Diyarbakir
y de Ergani consumirse
como dos pequeñas
gotas
de rocío
en los desiertos
y presiente cómo en el
destartalado cuarto
de suburbio
la anónima Berenice
apura con su propia mano
el fuego de un cuchillo
en búsqueda inútil
de aquel paraíso
del que por
precario
no se
retorna.
Desde entonces por las calles
del mundo el poeta silba
como
rayos
premoniciones sobre
la vida y la
muerte de los que callan mientras
desde Salónica, los más
intrépidos,
clandestinamente escriben historias de combatientes desde sus frágiles navíos, odiseas de niñas que sucumben en medio de los combates
y sobre el
amor de Münever y Memet en su
espera
interminable más
allá de los barrotes que
no las quebrantan.
PALABRA
DE POETA
No hay leyenda
que condense
lo que de real escribe
el hombre
en esas
contiendas
del día a día y son palabra
de poeta que reconstruye
entre insomnios
de medianoche
y las sorpresas
en la guarida
de la tarde
donde se descubre
que las viejas
historias de papá
son retratos y cartas,
peldaños
en la tentación
de adolescentes
que fugan de la
calidez de los hogares.
La neblina –por ejemplo- es un libro abierto desde las
estribaciones
del sur y las palabras la evidencia de un hombre a caballo buscando
un refugio para
el poeta clandestino
y para
el cuerpo casi sonámbulo por el
cansancio,
una especie de expiación
de los días y los años que
Pablo el fabulador convivió con esa envolvente lluvia austral,
visitante del
Cabo de Hornos.
De albergue en albergue, ahora, víctima de un éxodo obligado
emigra de su Isla
Negra
a Pirque, a Santiago, a Valparaíso, a esos pueblos
donde
la gente
repite sus
palabras
de memoria por saberse parte de la historia, de los aromas del bosque chileno de las aves revoloteando
en lo
más alto desafiando
a los
copihues rojos blancos
azules
que son el
arco
iris
en la mano.
Y son también parte de esa
resistencia
araucana que
se erige en su
Canto, sin más
invadiendo las casas de Temuco hechas
a brazo partido, con
algo
de campamento
donde
se comparte ungüentos,
libros,
mesas y sillas y,
sin necesidad de esconderse,
el encendido amor de adolescentes.
Es el Canto General
la huella
y la inicial chibcha, araucana,
Caribe,
la lámpara
de tierra que irradia,
su contraseña
terrenal desde
Isla Negra hacia las marcas
del búfalo o las
espumas acumuladas
de la luz antártica.
Nadie olvida desde el corazón de España
y de
todos los pueblos por qué su poesía ya no
menta el
sueño
y las
hojas,
la lluvia, los durmientes sobre
la arena,
ni a los grandes volcanes de su país natal, porque la sangre de los niños
enrojece las piedras
por
las
que transita aún luego del desfallecimiento definitivo de su cuerpo hasta el
siniestro.
TESTAMENTO PERDURABLE
En medio
del nidal que abriga el
desamparo
de Granada, Mariana
Pineda desenhebra el
cauce
rojo de los emancipados
a través
de cuyas aguas
tumultuosas huye de la
iniquidad de Pedrosa,
no hay pesquisa
que vulnere el
secreto
de saberse multitud conmoción fraguando
la gran maquinación
al interior
del reino, en el
empeño de hacer
habitable el
espacio
terrestre
para el Hombre.
Mariana Pineda no
teme
la sordidez
de los custodios
del patíbulo
ni que desnudaran su
cadáver
tras
su muerte
para
evitar
que escapen
las palabras que
perduran más
allá
de un testamento
requisado.
Mariana a viva voz
nos avisa
que el
recuerdo
de su suplicio hará más
por
la causa que
todas
las
banderas
desgarradas
en el
mundo. Sobre
las
piedras de Granada camina
Mariana Pineda
con su proclama
ondeando
a los cuatro
vientos
hacia el trance final sin perturbarse
camina hacia
las
sombras del
convento
de Santa María
Egipciaca
donde sucumbirá
su cuerpo demolido por el
garrote
vil
sin quebrantar su
estatura
de albor
y de prodigios...
LOS CANDILES DEL MINERO
Del fondo de las minas de Gallarta, de entre
el sigilo tenebroso del
carbón o la
alucinación
de los metales, desde la agonía larguísima
de los bisabuelos y los abuelos y
los padres
y los niños que vendrán
mañana por los mismos socavones,
vino, con la misma investidura
de los truenos
que rasgan el
crepúsculo
un día de diciembre, apenas
al costado de la lluvia,
vinola pequeña Isidora Dolores
Ibárruri Gómez,
como iluminación centelleando en los candiles
del minero.
Sus manos adolescentes supieron
de los haceres humildes bajo
los techos ajenos, la larga
historia de
su familia,
de la que aprendió
el abecedario del
desposeído fuente
de sus palabras
y de su ímpetu
de la sustancia del
pensar
en el
minero
vizcaíno.
Aún en las tertulias amatorias
de labios de Julián
Ruiz Gabiña,
esa voz, irá trocando el
impulso en
convicción
irreductible
y su ser en La Pasionaria
de los pueblos que se
rebelan
y en todas las mujeres libres
para levar anclas
por todos los cielos.
LAS RAZONES DEL
AMOR
El prefirió buscar otros caminos hacia la cordura de estar vivo y se fue con su música por todos
los caminos
que llevan a Teoponte,
en sus talones
el costillar de Rocinante que marcó los pasos
del Che y entre
sus manos la
guitarra
solidaria que
anuncia
otros tiempos
para
América.
En el umbral
del hogar el pañuelo de Elvira
agita
las razones del amor
y ese
abandono
inexplicable en la
pupila
de un niño que renace cada mañana
cuando
las
campanas
de Santiago
del
Estero tocan a rebato chacareras y tangos y un
niño en la calle exactamente a esta hora muestra desde
sus harapos esa
dignidad
que heredó
del cantor que
no quiso
más hablar
al cuete, presintiendo que
todos
los pájaros
inocentes
remontan
por
los mismos caminos.
Benjo Cruz en plena
selva paceña relata
la historia
con canciones que
ahuyentan
los recuerdos porque
era necesario
caminar
con el alma sin cadenas sorteando los peligro desde La Paz, Caranaví, Alcoche y Tipuani cerros arriba a
Teoponte hasta la estancia al aire libre del Chato,
del Coco y del Inti
que volvieron
a las
montañas
sin andarse con
rodeos para apuntar
directo
al corazón de la
ignominia
humana.
El viento
venido de los riscos acuna las
canciones de Cansiano
que abrigan la
soledad y el estribillo
de la Sacha marca el
ritmo
de la marcha
hacia
la selva
paceña hacia
esa ínsula de la
que no
se retorna
sino a la memoria campesina donde
quedó
abatido
el cuerpo del
Cantor pero no
su voz
ni su impronta
inmarcesible...
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