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2017
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SINTAGMAS
DEL RETORNO
LA
HUELLA HECHA SOBRE LA PIEDRA:
Están los amantes pletóricos, como si la huella gestada en el goce
que persiste sobre el guijarro del camino se
encarnizara
en el inventario que obsede al sucumbir el
tiempo
y el collage en el que transmutamos (el éxtasis
terrestre y el exilio)
anegara todos los huracanes desencadenados en
lo profundo
en la oquedad furtiva del caracol añoso donde
yace la voz que convoca.
Otras veces, caminar con embeleso, como si un
rayo de sol invadiera
el envés de la estancia, marcando el límite
donde la pupila descubre el sentido, éxodo a
tientas,
caminar a solas, sobre el entramado de la
memoria, aguardando inútilmente
como el niño que espera el arco iris al final
de sus juegos hechos de olvido
o la canción de mamá cuando asedian los fantasmas de la noche.
No erramos….No erramos ni un solo instante,
somos solamente ese ser que nos sitia y deja algo de sí tras la tormenta,
páginas del fragor que se agiganta bajo la piel cuando el trashumante
trasciende la tierra prometida y se inventa y rehace fulgores y tinieblas en la
certeza de los objetos que toca o presiente; no erramos, sabemos solamente que
iniciamos la víspera de una travesía, tras el anuncio de otra comarca que nos
llama, de otra estancia incierta, el largo día donde nos aguardan esas manos
que apenas conocemos y descifran insensatamente la ternura o la inmolación tras
su leve rose.
Hacemos camino cada vez, en el
solaz de los humildes quehaceres o en el vaticinio supremo de los signos que
perpetúan este devenir cada vez que atravesamos los dinteles hacia la levedad
de un astro subrepticio, caminamos en esa soledad que infringe la multitud
obstinada en detenerse cuando se decide el viaje y se precisa de una alforja
rebosante de preguntas, el santo y seña, que precisa el guardián para derribar
el portón que le encarcela.
Somos presencia efímera que se diseña más allá de los caminos como las
briznas hollando las imágenes extraviadas en la infancia, somos sólo eso, una
sucesión de recuerdos que se escinden del párpado corpóreo, que escapan de la
jaula donde aletea la memoria cuando agobia el insomnio y nos invade la resaca
luego de las contiendas que albergan la profecía irrevocable, cuando agoniza un
niño o un pájaro se anega de silencio o el río trueca la piedra en polvo
hollando la armonía del cosmos, simulando lo perpetuo de los seres y de las
cosas: el devenir sobre el surco y la simiente.
BARQUITOS
DE HOJALATA:
el secreto humano que se devela cuando se
fundan parajes indómitos donde encallan barquitos de hojalata al paso del tiempo,
se petrifican frente a los riscos lejos de las playas que abismaron los ojos,
cuando las manos acariciaron los dados que cedió un pirata, justo el instante
en que el cuerpo buscó refugio en las simas.
Con el tiempo retorna la cometa amarillenta,
incinerando el hilo, hasta las páginas del cuento que dejó de leer la abuela
ciega, mientras alguien anidó sus manos
en el crepúsculo de su pelo, porque ella tuvo la ocurrencia de irse en
silencio, fuera de sí misma, acosada por esa voz que la sitia en los indicios
de la niñez, en cada comisura del espacio: en los simulacros de juguetes
oxidados, en los responsos, en altares a la orilla del camino//
/en el mensaje del retorno que destiñó la
lluvia
/cegando su pupila; cautiva
en las entrañas de la soledad, felino al acecho
desde los
fanales de la muchedumbre
que no da tregua, sino la revelación del
misterio
de donde emerge la vida,
confirmándose efímera desde los ojos del otro,
donde se mira
inquiriendo la certeza del olvido
o anhelando ser la niña del retrato
que
reposa en sus manos,
sitiada por la muerte,
en tanto en la
humedad del asfalto encallan/
todos los augurios de los demonios/
//encadenados a
esas canciones extremas que musitan gentes extrañas desde el diapasón enterrado
y las confidencias del hijo pródigo que jamás palpitó en su vientre, salvo en
su llanto, salvo en este fin de lo vivido, condenándola al destierro que
traiciona todos los sueños.
EN EL
HAZ DE LAS EDADES:
…La noche instala minúsculos universos, el
combate de los seres al filo de los médanos donde transmuta y se escinde el
cuerpo y persiste el llanto que se dilata desde esa edad lejana que aguarda en
el anverso del espejo, como una sombra letal que invade la noche y no se
detiene y convoca a los habitantes grises que vulneran cada resquicio de la
habitación donde el pavor se fragua mientras un reloj se agiganta como un
gusano en medio del pecho.
…Llegada la noche, la ciudad desata los
peligros en el umbral de las casas, pasos apresurados que retumban más allá de
la cordura, voces que a lo lejos taladran la quietud de la alcoba, se desencadenan,
hienden bajo la sombra mientras el barrio amanece más distante, sin huellas
sobre los adoquines donde un cuerpo yace
desnudo flagelado por el frío.
Cada minuto se repiten los pasos en el acantilado del lecho y en la
penumbra acechan ojos vacíos en medio del silencio –ese obscuro ser que un día
flageló lo único que hubo de íntimo e intocado– evidencia de oleajes que
infringen la placidez que a veces ahoga, que a veces libera, esa mirada que
fulmina, el pezón adolescente que tienta, esa mano descubriendo, esa mano navío
del sueño, que hace más cruel la distancia entre la piel y el deseo, trance de
las delicias, que incineran esta digital extraña y vulnerable, la vacuidad de
las palabras que se aventuran ininteligibles en el insomnio, en la primera
intención, palabras que develan los amantes tras el rubor que extingue la
inocencia.
No erramos, alguien abre un ventanal hecho
de sombras púrpura y huracanes y se encamina hacia el caserío, donde hombres
torvos celebran la adolescencia, en medio de ritos dispuestos y ajenos, que
brindan lo salobre de sus hogueras cuando el desterrado conoce, por primera
vez, lo que es el llanto en la mejilla de los otros.
UN
LOCO DESENFRENADO: (textos visuales a tres
voces)
El lamento desde la cumbre donde los vientos,
como locos
desatados,//
/guarecidos bajo la paja
/y los
insectos diminutos entre los arbustos
escriben historias sobre la vastedad del
universo
la fruslería
de los conjuros,
aventurando el júbilo entre las líneas de la
mano
y el declinar de la infancia,
invaden las zonas secretas
con el planear de aves, persistiendo en lo
íntimo
mientras los ojos descubren pezones/
en la simulación de aquellos riscos que
incitan,/
// se sumen entre susurros y el desenfreno amatorio
allí, donde cohabitan caciques libidinosos y adúlteras impúberes,
bajo las sábanas.
Amanece temprano, se extravía la mocedad, en
la desnudez del peñasco que no da tregua, cuando se suceden otoños tras las
pesadillas en lo más intrincado de las pupilas, como el espectáculo dadivoso
que se abandona un día, como se abandona la tibieza del regazo, temprano casi
sin darse cuenta, en una estancia incomparable, los trinos más allá del riachuelo,
las violetas en el flanco, donde levita una niña, expulsada de la alegría y de
la nostalgia de la madre, que agita su mano como el indicio de algo que se
extingue.
LA
DUDA SOBRE LOS ESCOMBROS:
esa línea baldía la duda,
la duda sobre la partida o el retorno,
atrapados vanamente entre los escombros míticos del barro, la seducción, el irrefrenable impulso de
dejarlo todo a cambio de ser uno mismo:
-Todo es
tan lejano-
la
mirada que se pierde
entre los jirones del pueblo,
los campanarios que suenan tenuemente a sus
espaldas, el griterío en el mercado, los responsos anónimos que ocultan los
pecados de los muertos bajo tierra y la tempestad anegando los ojos de jóvenes
desnudas que simulan su pudor bajo la penumbra de las buhardillas:
Todo queda atrás.
Atrás en el anverso del
principio se hace el silencio, el vecindario cómplice, las evidencias de una
inocencia perdida en una noche de naipes y de parranda, que dejará huella, la
certeza de los años compartidos, estaciones abandonadas, cuartuchos oscuros donde
novias y amantes enceguecidas, esperan el desafío de un amor, como se espera el
filo de un cuchillo desgajando la piel hasta envejecerlas.
ENTRE
LOS RESQUICIOS DEL TIEMPO:
…fue la víspera, entonces no
alcanzaron los ojos a mirar el crepúsculo ni percibieron a lo lejos el susurro
del viento entre los árboles, ni cómo los recuerdos se acumulan entre los
intersticios de la sangre, cuando todos los caminos se borran al trasponer la
frontera…
…pero los pueblos avanzan, inventan el
mundo soñado, arboledas que invaden la esperanza hasta la otra orilla, pájaros
que inquietan la soledad de las estatuas, barcos que trascienden con sus
mercancías al despuntar el alba, el adobe renovando la pátina del páramo que
alienta el paisaje y en la explanada árida el sediento que deja su huella y
renace; es entonces queda ciudad, se avecina inconmensurable con su certidumbre
de voces sobre la planicie.
Se rehace el sediento con
la brújula estrujada en el cuenco de su mano, busca más allá de las arenas los
ojos que perdió en el mar o en el vacío y se sume, deslumbrado por las sirenas,
en una orgía interminable hasta que el sol se agota en el lago de su sabia, en
la voz, en el eco:
Las
palabras suenan desde atalayas lejanas como el anuncio del retorno de aquel
hijo que se confundió entre gitanas y viejos tahúres en medio de riñas
bochornosas, insaciable en la aridez del pubis despabilado, al borde de un
amanecer hecho de ruinas y ficciones.
Retorna el sediento desde las
ruinas del recuerdo, sin premura reconoce el comienzo, desde los artificios de
la montaña que se abrigan en su piel, como la caricia esperada, tanto tiempo,
como los ríos profundos que se acrecientan desde las pequeñas grietas donde
quedó su mano atrapada, digital en el plumaje de las tórtolas; no hay premura
para su sed, sabe que el pajonal cobija el rocío mientras camina desde el espejismo
hasta el paisaje inminente.
Su presencia se reproduce en
el horizonte: dos ancianos amantes que incitan la sinfonía de la comarca
abstraen como las oscilaciones de la luz que se refleja en las espigas
–no hay opción en el laberinto del canto–
todo lo invade el tropel de libélulas nocturnas
que nuevamente rozan su piel detrás de los muros de adobe, mientras camina
montaña abajo, buscando asilo en el frescor del riachuelo que anticipa las bondades de los aldeanos, cuando aguardan al
hijo pródigo, que remontó más allá, donde solo los pájaros se atreven, mañana,
porque hay que caminar a veces trasponiendo el bosque tenebroso, en búsqueda de
los más secretos dones de la vida.
LA
COMEDIA (textos visuales a tres voces)
/A su paso quedan cuerpos abatidos
/entre sábanas, burdeles
cuartos de hotel destartalados,
la intemperie bajo luces mortecinas,
sílabas dichas sin sentido,
el muro frío de la soledad
esa canción que orada la carne
como
un cuchillo, desde lejos
la tempestad desatada bajo la piel/
que
se consume y resplandece/
//en el tiempo cuando las palabras calan
hondo
y se advierte que al
tentar en la oscuridad,
cunde la luz que
señala un camino:
(…Duele tanto la comedia, su telaraña de ironía lastima hasta la
intimidad del ser expuesta al gentío, penetra con esa agudeza solapada en la
desolación cotidiana que embriaga y detiene la porfía del trashumante que
transitó libre, como un loco, en las riveras de la aldea prometida).
Es vana la espera oteando la
vastedad del horizonte desde la percusión encumbrada de una cometa que se
desbanda hasta sumirnos en los misterios de hogueras encendidas a la distancia
mientras se crece con el aroma de las hojas en la primavera.
El silencio en los labios de
quien se adormece en el cuenco del navío que se infinita entre la pupila y los
cauces de la lluvia que hace trocha donde la huella es un eslabón que emigra
despejando cerrojos durante la travesía hasta encallar en este día:
No estamos más en el recodo del
río que nos retorna entre los cascabeles que encandilan en el envés del espejo,
ensañándose en la blandura de la piel sometida a la erosión de los días, desde
donde miran los ojos anónimos de una niña.
No estamos más aguardando entre
los dobleces de las estaciones el retorno de aquellas esencias que extasían,
irrefrenables, desde la otra orilla de la inocencia transgredida.
No estamos más en el deambular
maniqueo y perverso al que condenan sin más los fulleros del tiempo.
No estamos más hasta siempre en
esta encrucijada.
A qué falsearnos.
LA
FRÁGIL MEMORIA
Es frágil la memoria y se
oscurece de boca en boca, sólo permanece lo que de libre han perpetuado los
hombres en sus confidencias de hoguera, cuando otorgan lo perdurable y los
ancianos proclaman la vida, paisajes, surcos profundos por los que han
transitado, con certeza, dinastías que no envejecen no obstante la sucesión del
tiempo y sus manos desnudas abrigan esta piel, ausente, mientras su mirada
confirma la seducción de las ciudades, este quedarse inexplicable que nos hace
distintos.
Son oleadas de signos y de
notas (criaturas y silbidos) desde las más remotas riberas que desbordan los
primeros vestigios de la voz y dejan su presagio perenne hasta donde alcanza el
entendimiento humano, altas montañas, arboledas, ríos rumorosos, valles
infinitos donde aposentan los susurros de la vida, testimonios de un devenir
que nos afirma y hacen de cada hábito el saber venerable para el aprendiz de
niño, de cada huella un camino en ciernes que dispensa la tierra.
Entonces advertimos el
naufragio que funda la desdicha, el lindero perecedero donde los pájaros agotan
su vuelo en ese sinfín donde nadie se resigna a ser tal cual fue concebido,
donde se nace y se muere al canto de sirenas apostadas en la sima, mientras se
extinguen los peces sojuzgados sobre los riscos.
ENTRE
EL ASOMBRO Y LA TEMPESTAD (textos
visuales a tres voces)
/Amainó la furia global
/del
inmenso hielo de Laurentide,
con el amanecer más plácido
sobre los peñascos
al que el ser humano hubiese asistido
en medio de tanta soledad
descubriendo en la fascinación de los
espejismos,
en lo insondable,
como buscando un resquicio/
para
el asombro de estar vivo./
//Desde ese entonces
con la libertad del viento, las aguas
descendieron desde los arrecifes
posibilitando la vida colina abajo, hasta los
valles
donde nuevamente mariposas desprendidas de las hojas
devolvieron el color a la pupila, allí, donde
los seres gozan de la armonía
en la utopía del instinto, los pájaros abrevan al filo de riachuelos,
y los felinos levitan a
expensas del susurro,
pequeños roedores juegan
en el
acantilado,
insectos
trémulos
se solazan sobre la miel de los pétalos,
y el hombre se devela
abriéndose a la espesura
del enigma
luego
de
la
hecatombe:
Así, el previsivo Ut
Napishtim, navegó contra viento y tempestades protegiendo igual que a su prole,
animales y semillas, para luego de siete días y siete noches fundar la estirpe.
Y sobre las montañas de Ararat, el patriarca
preservó las especies dentro del cálido cuenco del arca prometida en espera del
instante para el goce compartido sobre la tierra así como espera el labrador un
brote de vida donde inicia su clonación el arco iris.
En otras tierras cerca del mar un navío
escapado del temporal preservó la progenie de Svayambhuva Manu venida del fondo
del universo como un anuncio, Deucalion
y Pirra igual sobrevivieron al temporal maligno y desde lo alto del Parnaso
prodigaron la vida, como un desafío, cuando las aguas retrocedieron hacia el
mar…
…Con el alba amaina la sonaja en
lo alto del Poyauhtlan, decreciendo la lluvia, como decrece el hechizo esperado
por los surcos que aguardan el germen que enriquece la región de la abundancia,
son los pueblos que diseñan el testimonio de su ingenio, son sus manos gestando
la eternidad de la semilla, allí donde los elementos marcaron su impronta
imperturbable:
Fue aquel tiempo cuando Los
Ancianos Sabios condujeron dinastías con prudencia, hacia el hábitat propicio
para los ancestros silvestres, en éxodos desde el lagomar o desde las altas
montañas hacia la ínsula terrena donde pájaros reveladores avizoraron el
portento del vivir sobre las Cuatro Partes del Mundo.
Fue el reto más allá de
insólitas señales que descubren la pequeñez, el estigma de lo insondable que
desafía toda incertidumbre y forja el entendimiento luego de la zozobra y el
rito se hace palabra y se hace confesión que perdura y la aventura devela
caminos hacia lo inmutable y lo eterno y niños jubilosos abren los portones de
todas las aldeas y los abuelos discurren al calor de las hogueras más allá del
crepúsculo: es ese cauce, la vida, los
afanes esenciales como el pan en el menester humano, la certeza y la fábula que
nos hacen este ser en tránsito perpetuo.
SECRETOS
Hay un llamado hondo desde esos
eslabones donde se bifurcan los sentidos, el don de mirar hacia lo recóndito
donde las primeras visiones son cauces volcánicos deslizándose en la piel, o
más allá de las seducciones telúricas que deslumbran;
la mansedumbre, la dicha efímera en medio
de la soledad, devastó el único espacio para amar que queda sobre la tierra.
El porvenir entonces es un enigma que lacera, un reto hecho de retazos,
de territorios hollados, de jirones humanos, de ese amor que se aprendió a
compartir en la incertidumbre de no saber si lo que toca la mano es parte del
ser o es un calco o la evidencia de un
pueblo a la deriva.
Lo sabe Domitila Bastidas, junta su ímpetu a la dinastía Condorcanquí
que se perpetúa a través de Casanare luego de la cruenta masacre que signó la
historia, su voz y su carne:
Tupac Amaró, dejó la semilla en
lo profundo del hombre desde el Cuzco y Tinta, Tungasuca y Carabaya, Livitaca y
Santa Rosa hasta las entrañas de un pueblo que aprende desde los signos de su
mano, signados por la estirpe, que el fruto es la sabiduría que se siembra como
una leyenda que se imparte en cada palabra dicha desde adentro, desde los
umbrales del tiempo.
SOBRE
LA VASTEDAD DEL UNIVERSO (textos visuales a tres
voces)
Baja desde la verdecida
cumbre donde el viento es un loco suelto guarecido entre la paja y los insectos
diminutos que escriben historias sobre la vastedad del universo, entre las
líneas de la mano y el declinar de la infancia, el júbilo invade las zonas
secretas con el planear de aves indelebles mientras los ojos descubren aquellos
pezones en el azul de los riscos. Desde las tersuras profundas que no lesiona
el tiempo//
/en
su devenir implacable
/fugas y retornos
atestiguan la potestad
que alberga fábulas de gentes
cuyo
atributo agita este torrente
-trajín urdido entonces-/
hasta
el sosiego de la especie/
//sobre
esta tierra donde fueron
engendrados
los abuelos:
La especie infringe la ternura divisoria, buscando
saciar los pajonales donde afirma su
caminar el gentío ancestral hasta este socavón donde el ser se invade, brisa
adentro, entre cánticos susurrados, desde entonces, como marea de retumbos que
inundan los tejados de la ciudad y se descubre, distinto sobre las huellas que
dejarán hombres y mujeres que habrán de amarse al ritmo de un mismo campanario,
a las orillas de un mismo río que nunca se detiene.
ALLÍ
EL OTRO
…en búsqueda incesante de aquellos signos
de profusas heredades de allende el mar, de retornos y de esta matriz
terrestre, donde ancianos venerables hunden su mano hasta saciarse y saben de
los favores de la luna que presagia las cosechas, por eso cantan y en esas
voces está el retorno al ser que se anticipa, por eso en el silbido del viento
encuentran el placer que fortalece la virtud de sus raíces donde ancló el otear
y el asombro.
Pronósticos desde los confines de la
tierra y en esa armonía hilan la sabiduría que explica la sencillez de la
semilla, es allí donde en cada atardecer, descubren el júbilo del vivir y salen con el sol a fundar
nuevos parajes, espacios sin restricción ni ley, sólo formas de concebir lo
humano en la disposición del infinito donde liberar los pasos: condenados al
silencio de su deambular precario, mientras los pueblos aguardarán mañana para
siempre los signos de eternidad, a pesar de empecinamientos y vaguedades de
caudillos perecederos .
DESDE
LAS TINIEBLAS
El
ser anacrónico que transita en la
tiniebla encaramado en las virtudes de
un pasado ajeno, trastoca los saberes en
ignominia de la historia, habla a borbotones,, se eriza roedor a ras de
tímpano, hurtando la palabra y el espacio donde los seres incautos, alaban la
afrenta que les víctima.
En la otra orilla, en
la transparencia de los ríos yacen cruces inmemoriales, testimonios perpetuos
de abuelos, padres, hermanos caídos impunemente en una y otra esquina de la
ciudad, donde el tiempo se detuvo con la
luz de la obsidiana.